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lunes, 3 de septiembre de 2012

La historia de Elisa- Cap 10.

''Sittin' here wide awake, thinking about when I last saw you...''
Aquella canción no se borraba de mi mente. De alguna forma, Jake siempre conseguía que se me quedasen todas las canciones que me enseñaba. En concreto, esa era de Lawson. Me la enseñó un día cualquiera en el que me estaba enseñando algunas canciones que le gustaban. Y hablamos casi toda la tarde sobre música. Siempre he pensado que tiene un muy buen gusto en la música. También me enseñó una de mis canciones favoritas, Kiss me slowly, de Parachute. Preciosa, como muchas de las canciones de ellos.
Son las 5 de la madrugada. No consigo dormirme de ninguna forma. Nayara y Sara duermen como lirones. Manuel y mis padres también. Si escucho atentamente, se oyen los ronquidos de mi padre. Tengo una familia muy extraña. Pero les adoro. Mañana por la mañana se van las chicas. Y yo otra vez me quedaré sola. Qué rabia. Pero Jake siempre esta ahí. Desde el primer día. Bueno, y supongo que este verano también estarán sus amigos. Y aquel extraño, pero guapo personaje. Tristán. No sé porque ahora pienso en él.
En la cocina no hay nada de comer. Ni un miserable trozo de pizza. Y tengo hambre. Tal vez me haga algo, pero mi madre siempre me decía que es malo levantarse de madrugada y comer. Que elimina por completo la posibilidad de dormir otra vez. Pero tampoco es que fuese a dormir mucho más. No tenía sueño. 
Me senté en el sofá y reflexioné. ¿Comía, o no? Si yo fuese Sara, sin dudarlo sería la segunda opción. Según ella, odia comer. Y por esa razón está tan delgada. Si yo no comiese, ¡también sería el palillo que ella es! Pero creo que nunca podría no comer. Me encanta comer. Como a Nayara. Pero ella come más que yo. Aunque hace muchísimo ejercicio y eso lo iguala. Bueno, creo que iré a intentar dormir. 
Dos horas más tarde, sonó el riiiing de mi móvil. Lo cogí, aún dormida.
-¿Diga?- conseguí pronunciar, en voz baja.
-Vaya, ya veo que te he despertado. Lo siento, no era mi...
-No importa-le interrumpí.
-¿Has dormido bien?-me preguntó dulcemente.
-No mucho, me he despertado a las 5, pero me conseguí volver a dormir.
-Oh, vaya... Bueno... ¿Salís?
-Los lirones aún siguen durmiendo. 
-Me lo imaginaba, jajaja... Bueno, Elisa, si salís me llamas, ¿vale?
-Supongo que si que saldremos. Te llamaré cuando estas se despierten. Te quiero.
-Y yo, preciosa.
Sonreí y colgué. Y mantuve la sonrisa un buen rato. Aunque parezca que no, adoro cuando él me despierta.
Me levanté y fui al baño a lavarme la cara. De ahí fui a la cocina. Saqué un vaso y lo llené de leche. Hoy no me apetecía colacao. Lo puse en el microondas y giré la rosca hasta el minuto. Saqué las galletas mientras esperaba, y el azúcar. Sonó el pling, y cuidadosamente saqué mi vaso de leche. Le puse dos cucharadas de azúcar y abrí el paquete de galletas. Mojé unas cuantas galletas y cuando terminé, me dirigí hacia la habitación y sin pensarlo ni un segundo, me tiré encima de Nayara. Ella empezó a gritar y yo le tape la boca y me reí. Ella me pegó en el brazo. Sara también se había despertado del grito de Nayara. Nos miraba atenta y adormilada. Nayara me sonrío irónicamente y me aparto de encima suya. Puso cara de enfadada y me sacó la lengua. Yo fruncí el ceño y la abracé. Ella se echó a reír. Y me contagió la risa a mi también. Entonces mi madre abrió la puerta.
-¡Pero bueno chicas! ¿Que hacéis despiertas? 
-Mamá, ya son las 8 y media.
-Aun así, sabes que tu padre está cansado y que hacéis mucho ruido. Y Manuel también está dormido.
-Lo siento, mamá. No haremos más ruido.
-Anda, ahora ir a desayunar, bichos- y sonrió.
Después de eso fue a la cocina y preparó el desayuno para Nayara y para Sara. Yo ya le dije que había desayunado. Manuel se despertó y desayunó con Nayara y con Sara. Mamá volvió a la cama, pero antes nos dijo que no hiciésemos ruido, y que vigilásemos a Manuel. Cosa en la que Manuel no estaba muy de acuerdo, que el ya no era ningún niño pequeño al que hubiese que vigilar. También nos dijo que ahora no podríamos salir, ya que saldrían dentro de una horas y tendríamos que estar con Manuel. Manuel miró mal a mamá, pero ella no le tomó importancia y continuó hablando. Lo último que dijo fue que no tardarían en volver. Y fue a la habitación, supongo que para arreglarse y levantar a papá.